AD HOGAR ALCARREÑO SAD

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Más de 50 años marcando goles...

El campo de la Fuente de la Niña se vistió con la música de la feria en la tarde del domingo, sirviendo de telón de fondo a un partido de liga que enfrentó al equipo local, el Hogar Alcarreño, de clásica indumentaria blanquiazul, contra el CD El Casar, que vestía de negro. Desde el pitido inicial, el guion del partido fue claro: dominio local. Lo que siguió fue un partido de paciencia y acierto que se saldó con una merecida victoria por 2-0 para el equipo de casa.

El Hogar Alcarreño se adueñó del balón, moviéndolo con rapidez y generando situaciones de ataque. Los blanquiazules, que tenían muy clara la iniciativa, circulaban la pelota con fluidez y buscaban constantemente los espacios en la defensa rival, que a su vez se mantenía bien ordenada y no daba tregua en los metros finales.

A pesar de la voluntad ofensiva, la primera mitad fue una lección de frustración para el Hogar. Las ocasiones llegaban, pero el gol se resistía. La fortuna no estuvo de su lado, con un disparo al poste que dejó helada a la grada, y el portero de El Casar se erigió como la figura del primer tiempo. Con sus grandes paradas, el guardameta visitante evitó una ventaja que ya hubiera sido justa al descanso, dejando en el aire la sensación de que el Hogar merecía más.

La segunda mitad arrancó con la misma tónica, y la perseverancia del Hogar tendría su recompensa. Fue Gizeh quien rompió el cerrojo con un disparo desde la frontal del área. El balón se coló en la red sin que el portero pudiera hacer nada, desatando la alegría en la grada. Era el gol que se había hecho de rogar y que abría el camino hacia la victoria.

Con la ventaja en el marcador, el Hogar aprovechó el desorden del rival para sentenciar. En una jugada de calidad, el talento y la velocidad  de Harry Promise se hicieron patentes. El atacante filtró un pase que dejó a Sáez solo ante el portero. El delantero, con la sangre fría de un consumado goleador, no perdonó y puso el definitivo 2-0 en el marcador.

Pero el triunfo no se entiende sin el trabajo incansable del resto del equipo. El centro del campo exhibió un dominio innegable, con una presión que ahogó cualquier intento de salida del rival. La línea defensiva se mostró firme y segura, sin dar opciones a un rival que apenas tuvo la oportunidad de inquietar la portería local. Cada jugador aportó su granito de arena, haciendo del rendimiento colectivo la verdadera clave de la victoria.

El pitido final sentenció un triunfo merecido para un equipo que supo cómo trabajar el partido hasta encontrar su momento. El Hogar Alcarreño dominó de principio a fin, y el excelente rendimiento de todos sus futbolistas se vio reflejado en el resultado final.

¡Aúpa Hogar!

 

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